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Día Internacional del Orgullo LGBTTTIQ+

28.06.2020

CAPÍTULO II

LUCHA POR UN MARCO LEGAL DESDE LA INTEGRIDAD Y AUTONOMÍA CORPORAL INTERSEX

§ MOVIMIENTO LGBTIQA+ DESAFÍOS CONTRA LA MEDICALIZACIÓN

 

 

Atravesar los esquemas normativos implica cruzar las fronteras ontológicas para hacerse visible y cuestionar al sujeto hegemónico. La lucha por el reconocimiento de la orientación sexual como derecho básico humano comenzó el 28 de junio de 1969 gracias a la rebelión de Stonewall, que inauguró el movimiento internacional de lucha por el reconocimiento de los derechos civiles LGTB en Norteamérica. Como en mucho otros bares semejantes, en el Stonewall Inn, ubicado en un barrio neoyorquino de Greenwich Village, la comunidad LGTB podía expresarse libremente y protegerse del desprecio social. Habitualmente se reunían travestis, drag queens, transexuales, gays, lesbianas, inmigrantes y prostitutas. Fue en ese día casi último de junio, cuando en la madrugada seis policías invadieron el bar iniciando una redada alegando que se estaban vendiendo bebidas alcohólicas sin licencia; en lugar de huir, los clientes se rebelaron contra la violencia y la represión policial, alrededor de 200 clientes fueron expulsados a la calle. Los homosexuales estaban acostumbrados a huir de la policía, pero esta vez eran ellos los que estaban a la ofensiva y los policías de retirada. La lucha por la liberación se encendió en forma de un movimiento popular de resistencia que se enfrentó a la policía en las calles durante varios días, en ese entonces, Estados Unidos era en un país en el que cuarenta y nueve estados tenían leyes anti homosexuales.


El movimiento homosexual comenzó a plantear aspectos de su cotidianidad como problemas en la agenda política: el libre ejercicio de la sexualidad, las luchas por el reconocimiento del matrimonio igualitario, la libre disposición del cuerpo y servicios médicos adecuados ante el VIH/SIDA. Hacer público lo que se creía privado, y empezar a autoafirmarse como sujetos homosexuales en la sociedad. Esto último suponía una reversión identitaria en la categoría de interpelación definida como homosexual, que, de ser el término médico para clasificar una enfermedad pasó a ser una categoría política afirmativa de la diferencia. Al mismo tiempo que los colectivos “homosexuales” se
constituían, iban definiendo una identidad para visibilizarse que supone aún hoy un grado de complejidad y discusión creciente.

No obstante, las conquistas sociales y jurídicas, van más allá de una línea de contextos subsecuentes, la lucha por la igualdad real del colectivo LGTBI+ debe captar la complejidad que supone cada sujeto que está inserto en múltiples cruces identitarios (clase, raza/etnia, nacionalidad, sexo, género, edad, etc.). Desde el reconocimiento de otras perspectivas ante los “mitos de origen” de muchos movimientos se hace un cuestionamiento más complejo a las políticas de la identidad, disciplinarias y excluyentes de otras formas posibles de identificación. La construcción de las naciones latinoamericanas, en los moldes de las mentalidades burguesas en boga en Europa, se corresponde con la interpelación de sus ciudadanos como individuos “sanos” y “trabajadores”. Todo desorden y exceso, especialmente en el campo de la moral sexual, entra en el territorio de la “enfermedad”. El patrón de “normalidad” es la familia y
sus pilares. Por un lado, la mujer/madre en oposición a la meretriz al servicio del marido, los hijos y la patria, responsable, además, por la generación de hijos sanos y por ende, del mejoramiento de la raza y la nación. Por otro lado, el marido/padre, sin excesos, virtuoso y buen trabajador en oposición al libertino, al vagabundo o peor aún al “pervertido homosexual. 
(...)

Fuente: Tello Carrasco, Mayel. "¿Cuerpo aberrante? No soy mito, ni ficción ni quimera. Yo existo, soy human* ". (Ensayo monográfico. Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda". 2020.) pp 29-36

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